Capítulo 12. El poder de bendecir
Bendecir el dinero, la casa, el alimento. Consagrar lo material sin hidratarlo.
Muchos han creído, y aún creen, que para vivir una vida espiritual hay que rechazar lo material. Que para acercarse a Dios hay que apartarse de toda posesión, de toda provisión visible. Que pobreza es sinónimo de humildad y que bendecir el dinero, el alimento o la casa es una forma de desviarse del camino divino. Pero eso no es espiritualidad, eso es confusión.
La materia no es enemiga del alma. La materia es vehículo. Es símbolo. Es forma temporal de lo eterno. Y como tal, puede ser usada con amor o con temor, con fe o con codicia, con gratitud o con culpa. La materia no contamina si el alma está despierta. Lo que contamina es el apego, la idolatría, la ignorancia que cree que el dinero es un dios o que la casa es el refugio final. Por eso no vengo a decirte que debes renunciar a todo lo que tienes, vengo a recordarte que todo lo que tienes puede ser consagrado. Y que cuando bendices lo material con conciencia, lo purificas de ego y lo vuelves canal.
Bendecir el dinero no es adorarlo. Es reconocerlo como energía neutra, como símbolo de intercambio, como herramienta de expresión. El dinero por sí mismo no es ni bueno ni malo. Es lo que tú haces con él y lo que crees sobre él lo que determina su poder en tu vida. Si repites que el dinero es sucio, el dinero divide, el dinero aleja de Dios, entonces lo alejas de tu experiencia o lo atraes con conflicto. Pero si comienzas a bendecirlo con claridad, con gratitud, con propósito, entonces el dinero se vuelve servidor del Bien.
Cuando llegue a tus manos, aunque sea poco, di “Bendigo este dinero. Declaro que es canal de provisión divina. No lo idolatro, pero tampoco lo rechazo. Lo bendigo porque me ayuda a expresar amor, a sostener mi vida, a compartir con otros. Y al bendecirlo, lo libero de toda carga mental negativa". Y verás cómo el flujo cambia. Porque el universo no responde a tus palabras aisladas. Responde a tu vibración. Y cuando el dinero es bendecido, ya no llega desde la ansiedad, sino desde la ley.
Bendice también tu casa, tu hogar, sea grande o pequeño, sencillo o decorado, es el espacio donde tu alma se despliega. No es solo un lugar físico. Es una extensión vibratoria de tu conciencia. Y como tal, debe ser consagrado. Camina por tus habitaciones y di “Bendigo este espacio. Declaro que aquí habita la paz, la armonía, la abundancia y el amor. Cada rincón es ahora un templo. No porque sea lujoso, sino porque lo lleno de Presencia".
Limpia con intención. Ordena con amor. Haz del silencio tu incienso y de tu gratitud, tu altar. Y tu casa, por simple que sea, responderá. Se volverá más liviana, más cálida, más viva. Porque la materia responde al alma que la habita. Y no olvides el alimento. No lo consumas como si fuera una rutina más. Bendice cada bocado. No importa si es festín o es sopa sencilla. El alimento, cuando es bendecido, se transforma en medicina. Antes de comer, detente un instante. No necesitas una oración larga. Basta con decir “Bendigo este alimento. Declaro que nutre mi cuerpo y eleva mi espíritu. Que cada partícula de él lleve vida, salud, energía divina. Hazlo con el desayuno, con la fruta, con el té". Hazlo incluso si estás solo. Especialmente si estás solo. Porque entonces verás que el acto más cotidiano se vuelve sagrado.
Bendecir lo material no es apegarse, es liberar, es reconocer que todo lo que pasa por tus manos puede ser canal del bien si tú así lo decides. El dinero no es tu dueño. Tú no eres esclavo de la casa ni del alimento. Tú eres quien consagra. Tú eres quien convierte lo común en divino. Y cuando lo haces, la materia deja de dominarte y empieza a servirte.
Hay quienes oran mucho, pero maldicen su economía. Hay quienes meditan horas, pero comen con prisa y queja. Hay quienes hablan de Dios, pero viven en ambientes caóticos y oscuros. Eso no es espiritualidad. Eso es fragmentación. Lo espiritual no está separado de lo material. Todo es UNO cuando el alma lo integra. Por eso no huyas del mundo. Bendícelo.
No desprecies las formas. Conságralas. Y verás cómo lo visible comienza a reflejar la perfección de lo invisible. No esperes tener más para bendecir. Bendice lo que tienes y lo multiplicarás. No esperes tener la casa ideal. Haz ideal la casa que ya tienes con tu Presencia bendita. No esperes comer lo que sueñas. Haz que lo que comes ahora, sea milagro en tu boca. Porque la abundancia no comienza en el banco, ni en el plato, ni en las paredes. Comienza en tu conciencia. Y la bendición es la llave.
Oración para consagrar lo material.
Padre de todo lo visible y lo invisible. Hoy reconozco que lo material no está separado de ti. Bendigo el dinero que manejo. La casa que habito. El alimento que consumo. Declaro que todo lo que me rodea es ahora canal de tu Presencia. No me apego. No me pierdo. Solo bendigo. Y al hacerlo, consagro mi vida entera a la Luz.