C15. El Evangelio de la Imaginación. Revelaciones del Cristo interno.
La segunda venida. El Cristo en cada hombre.
“Hasta que Cristo sea formado en vosotros". Gálatas 4:19.
La segunda venida no es el retorno de un hombre entre las nubes, ni el descenso glorioso de una figura histórica envuelta en luz. No es un evento apocalíptico ni un fenómeno cósmico. La segunda venida es el nacimiento consciente del Cristo en cada ser humano. Es el momento en que el alma, tras haber vagado por los estados del olvido, finalmente reconoce su Identidad Divina y asume el Yo Soy como su naturaleza real.
El Cristo no es el nombre de un profeta, ni la historia de un mártir. Es el ungido interior, el principio eterno del Yo Soy encarnado en forma humana. La primera venida fue símbolo: la aparición del poder creador en carne. La segunda es revelación: el despertar de ese poder en cada uno, hasta que Cristo sea formado en vosotros.
Esa es la obra verdadera. No salvar al mundo, sino despertar al Cristo que duerme en ti. No esperar señales en el cielo, sino ver la señal en tu corazón cuando dejas de decir “Yo tengo un problema" y comienzas a decir “Yo Soy la solución." Allí comienza la segunda venida.
Cristo no vendrá con sonido de trompetas ni acompañado de ejércitos celestiales. Vendrá en silencio, en lo secreto, como un susurro que dice "Tú Eres Yo." Vendrá cuando dejes de buscar a Dios fuera y reconozcas que toda divinidad ha estado esperando en la cámara íntima de tu conciencia. Vendrá cuando el deseo deje de ser pedido y se convierta en asunción.
Cada vez que un hombre se niega a seguir creyendo que es solo carne, historia y memoria, y se atreve a sentir como real su Divinidad, Cristo ha venido.
Cada vez que alguien imagina el bien para sí, lo asume sin duda, Cristo ha nacido.
Cada vez que una mente dice "Yo Soy", con pureza, certeza y poder, el Verbo se ha hecho carne nuevamente.
He dicho antes que "tú eres Dios soñando que eres hombre." La segunda venida es el despertar de ese sueño, no al final de los tiempos, sino en el tiempo interno. Cuando el alma está lista.
No todos lo verán al mismo momento, porque no todos desean despertar, pero el despertar es inevitable. La semilla ya ha sido plantada. El Cristo ya mora en ti, esperando ser formado. No necesitas merecerlo, no necesitas purificarte, solo necesitas creer que ya es. No como acto de fe ciega, sino como acto creador.
Imagina cómo te sentirías si supieras, sin duda, que tú y el Cristo son UNO. Habita ése estado. Vive desde ahí, ama desde ahí, cree desde ahí, y todo lo demás será añadido.
La humanidad teme al fin de los tiempos, pero no sabe que el único fin necesario es el del viejo "yo", el fin del hombre temeroso, limitado, separado, y ese fin es glorioso porque da paso a la manifestación más sublime: el Cristo en ti.
Cuando Pablo habla de formar a Cristo no se refiere a enseñanza religiosa, ni a dogma, se refiere a moldear el estado interno hasta que coincida con la imagen divina. Es la labor del alfarero espiritual, pulir, elevar, recordar, hasta que lo que el alma imagina y lo que vive, sean uno. Y ese molde solo puede tomar forma con una sustancia: el sentimiento sostenido.
No basta con conocer la Doctrina, no basta con repetir verdades, el Cristo no es una idea, es un estado. Un estado de Plenitud, de Certeza, de Amor Absoluto, de Poder silencioso, un estado que ya es tuyo, si lo asumes.
La segunda venida es tuya, es tu historia, es tu destino. No te será dada desde afuera, debes darla a luz tú mismo, en cada pensamiento, en cada elección, en cada imagen que sostienes como verdadera. Porque tú eres el Portal, tú eres el pesebre, tú eres el que espera, y también el esperado.
El día en que digas sin miedo: "Yo y el Cristo Somos Uno", ese día Él ha venido y no vendrá para salvarte, vendrá porque tú ya no necesitas ser salvado. Has recordado que eras el Salvador. El mundo seguirá su curso. Las guerras vendrán y pasarán. Las civilizaciones surgirán y caerán. Pero tú, que has formado a Cristo en ti, vivirás en un mundo nuevo, no porque el mundo haya cambiado, sino porque tú has renacido.
Entonces, camina, respira habla como el Cristo que Eres. No te rebajes a explicar tu fe. Vive desde ella. No convenzas, encarna. Porque el mundo no necesita más palabras, necesita ejemplos vivos de lo divino hecho carne, y tú, tú fuiste creado para eso.
El Evangelio de la imaginación. Revelaciones del Cristo interno. Por Neville Goddard.
