El Evangelio de la imaginación. Revelaciones del Cristo interno. Introducción

Porque el Reino de Dios no vendrá con advertencia.

Porque aquí, el Reino de Dios está dentro de vosotros". Lucas 17, 20-21. 

No hay venida futura del Cristo. No hay un mañana místico donde el Salvador descenderá en nubes celestiales para juzgar a vivos y muertos. Todo eso ha sido una interpretación literal de un drama que jamás fue externo. El Evangelio, como lo he enseñado durante años en los auditorios de Nueva York y Los Ángeles, no trata de la historia del mundo, sino de la historia del alma. El Cristo no es un hombre que apareció una vez en Palestina. El Cristo es la imagen invisible del Ser que tú Eres en lo profundo de tu Conciencia. Y su venida es el despertar de esa imagen en ti.

Durante siglos, las Escrituras han sido tomadas como una crónica histórica y, por tanto, su poder ha sido extraviado en el polvo de las bibliotecas. Pero la Biblia no es un libro histórico, es un documento espiritual, codificado con símbolos, visiones, parábolas y metáforas, que apuntan siempre a la verdad más simple y más olvidada: Lo que tú asumes como verdadero en tu interior, se convierte en carne en tu exterior.

Yo no he venido a predicar una religión. No soy un sacerdote, ni un teólogo. Soy testigo y doy testimonio de aquello que he probado en mi experiencia personal: Que la imaginación humana es Dios mismo, encarnado en cada uno. No es una parte de Dios. Es el Todo de Dios contenido en cada conciencia individualizada.

Tú y yo somos Dios en el acto de asumirse a sí mismo como hombre. El drama de la crucifixión, la resurrección, la ascensión, no son eventos históricos, sino movimientos interiores de la conciencia. Cuando se dice "El Reino de Dios está dentro de vosotros", se está declarando la clave más olvidada del ser humano. Porque, al buscar a Dios en las alturas del Cielo o en los ritos de las religiones, se ha perdido el acceso directo al trono del Altísimo, el Yo Soy. El mismo nombre que el Señor reveló a Moisés en la zarza ardiente "Yo Soy el que Soy". Ese es el nombre eterno de Dios. No cambia. No varía. Y cada vez que dices, Yo Soy, y le agregas una afirmación, ya sea pobre, rico, enfermo, sano, perdido, salvado, estás decretando, sin saberlo, un acto de creación divina.

He pasado mi vida enseñando que todo en el mundo es un reflejo del estado interior. Y este libro será el mapa sagrado que jamás fue entregado a los hombres, porque no podía ser escrito con tinta sobre papel. Era necesario que el lector estuviera dispuesto a recordar. No aprender, no estudiar, no repetir, recordar. Porque esta enseñanza no es nueva. Es más antigua que el tiempo. Es la Voz que susurra en tus sueños. Es el Conocimiento que alguna vez tuviste antes de la carne y que ahora vuelve a ti con la fuerza de una trompeta.

En este libro, vamos a recorrer juntos los misterios del alma, revelados en las Escrituras, como nunca antes han sido revelados. Despojaremos a la Biblia de su velo histórico. La leeremos no como cronistas, sino como visionarios. Cada capítulo será una parábola rota y vuelta a armar desde dentro. Porque Jesús, el personaje del Evangelio, no es un hombre que vivió y murió, sino el símbolo del hombre que despierta. 

Cada uno de los milagros, cada uno de los discursos, cara muerte y cada resurrección, suceden dentro del alma humana. Cuando él convierte el agua en vino, está convirtiendo lo ordinario en sagrado mediante el acto de la asunción. Cuando él calma el mar, está apaciguando las tempestades de la mente. Cuando resucita a Lázaro, está mostrando cómo un deseo olvidado puede volver a la vida si se lo asume nuevamente como cierto.

Este Evangelio que leerás no es para los que creen sin pensar, ni para los que razonan sin sentir. Es para los que han estado en el desierto del alma, para los que han probado los caminos del mundo y han hallado un vacío. Es para los que están listos a escuchar una verdad que no viene de mí, sino que se levanta dentro de ti cuando reconoces que eres el Cristo que has estado esperando. ¿No lo dijo acaso Pablo? ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? ¿No escribió también, Cristo en vosotros, esperanza de gloria?Estas no son metáforas vacías. Son realidades psicológicas que han sido enterradas bajo siglos de ignorancia religiosa. La religión ha enseñado a adorar al Cristo como un ídolo externo, cuando el verdadero Cristo debe ser encarnado por cada ser. Y esto no se logra mediante ritos o penitencias, sino mediante la imaginación dirigida, el sentimiento asumido y la convicción persistente de ser aquello que se desea manifestar.

Yo he conocido la gloria no porque me fue revelada desde los cielos, sino porque me atreví a creer que lo que imaginaba era real. Me vi en lugares donde nunca había estado y fui llevado allí. Me vi rodeado de personas que aún no conocía, y se manifestaron. Me vi libre, abundante, sano y el mundo obedeció a mi visión interna como el barro obedece al alfarero. Porque la imaginación es el único Dios que moldea al destino. Y si esto es cierto, y te digo con todo mi ser que lo es, entonces cada uno de ustedes es creador. No por elección, sino por naturaleza. Y como creadores, han estado creando sin saberlo. Ahora, el propósito de este evangelio es enseñarte a crear con conocimiento y con Amor. A recordar Quién Eres. A dejar de vivir como víctima de circunstancias y comenzar a vivir como Hijo del Altísimo.

Dije una vez y lo repito ahora, el hombre no necesita nada fuera de sí mismo para crear su destino. Todo lo que necesita está en su conciencia. Y si se atreve a asumir un nuevo estado y lo sostiene con sentimiento, lo verá manifestado. Este libro será un nuevo testamento escrito no para ser leído, sino para ser encarnado. Porque sólo cuando la Palabra se hace carne en ti, sólo entonces se vuelve verdadera. 

Este no será un libro más en tu biblioteca espiritual. Será la Voz que resuena en el silencio de tu cuarto cuando cierras los ojos. Será el espejo que no te miente. Será la espada que corta toda ilusión y revela lo eterno. Tú eres ese que buscas. Al final de este viaje, no hallarás un nuevo Dios, ni una nueva fe, ni una nueva doctrina. Hallarás el rostro que siempre estuvo contigo, que siempre te llamó en sueños, que siempre te esperó en la quietud del Yo Soy. Y cuando lo mires, sabrás que ese rostro es tuyo. Porque en este Evangelio no se predica un Salvador externo, sino el despertar del Cristo en ti. El evangelio de la imaginación comienza ahora.

Cierra los ojos. Siente. Asume. Cree. Porque todo lo que es real, alguna vez fue imaginado. Y todo lo que será, ya ha nacido en ti.


El Evangelio de la imaginación. Revelaciones del Cristo interno. Por Neville Goddard.