C10. El Evangelio de la Imaginación. Revelaciones del Cristo interno.
La resurrección del Ser interior.
“Yo Soy la Resurrección y la Vida". Juan 11:25
La resurrección no es un evento que ocurre al final de los tiempos. No es un fenómeno reservado a los cuerpos enterrados, ni una promesa suspendida en las manos de la religión. La resurrección es un acto de la Conciencia. Y ocurre cada vez que el ser humano, envuelto en su letargo mental, decide abandonar la tumba del estado viejo para asumir uno nuevo.
Cuando Jesús declara, “Yo Soy la Resurrección y la Vida", no está refiriéndose a su figura histórica, está hablando como el Cristo eterno, el Principio de Conciencia que mora en todos. No dice “yo traigo la resurrección", ni “yo realizaré la resurrección". Él dice “Yo Soy". Y en esa afirmación vibra el secreto de todo despertar. El “Yo Soy" es la fuente de la vida. Es el Ser Puro antes de cualquier forma. Es la Conciencia sin nombre, sin historia, sin limitación. Y cuando ese “Yo Soy" asume un estado nuevo, lo resucita.
Porque todo estado que alguna vez viviste (poder, amor, sabiduría, abundancia) no está muerto, sólo está dormido, esperando a ser recordado. La tumba no está bajo tierra, está en el olvido, está en el “yo no soy". Cada vez que dices “no puedo", “no tengo", “no soy", estás sepultando tu divinidad bajo el peso del juicio. Pero en el momento en que vuelves a afirmar con fe “Yo Soy", la piedra comienza a rodarse. Y lo que parecía perdido, lo que parecía imposible, comienza a emerger. Porque la vida no puede ser contenida donde la Conciencia ha sido despertada.
No necesitas que alguien más te resucite. Solo necesitas asumir que tú eres aquello que deseas manifestar. Ese es el misterio del Cristo resucitado, que no fue un cuerpo el que se levantó, sino una Identidad. El Maestro murió como hombre y resucitó como Dios asumido. Y eso mismo te está reservado a ti, no en un mañana lejano, sino en el instante en que decides morir al viejo “yo" y vivir en el nuevo.
Morir no es desaparecer. Es soltar. Es dejar de cargar la historia, el nombre, las heridas, las dudas. Es decir, “Ése que yo era ha muerto. Ahora Soy esto". Y hacerlo no desde el deseo, sino desde la afirmación sostenida. Desde el sentir.
Cuando Lázaro es llamado fuera de la tumba, no camina por su cuenta. La Voz lo llama. Y esa Voz no es externa. Es el Verbo, el “Yo Soy" en acción. “Lázaro, ven fuera". Así debes llamarte a ti mismo. No con desesperación, sino con poder. Llama a tu Identidad dormida. Llama al Amor que fuiste. Llama a la Grandeza que olvidaste. Llama al Cristo que Eres. Y en ese llamado, algo se mueve en lo invisible. Algo responde. Porque la vida no está en los años. Está en el estado.
El ser humano no vive porque respira, vive porque asume, y si lo que asume es carencia, eso vivirá. Si lo que asume es poder, eso lo sostendrá. La resurrección ocurre cuando el alma decide que su estado actual no la representa más, y se levanta. He visto a hombres y mujeres resucitarse en vida. Gente hundida en la enfermedad, que un día dejó de decir “yo estoy enfermo" y comenzó a decir con firmeza “yo soy salud". Y al sostenerlo, al asumirlo, su cuerpo respondió. He visto almas rotas por la soledad, que una noche dejaron de repetirse “nadie me ama" y comenzaron a sentirse amadas por la vida misma. Y el mundo cambió. No porque el mundo haya sido convencido, sino porque la Conciencia cambió de estado.
Tú puedes hacer lo mismo. No importa cuán larga haya sido tu muerte. No importa si el estado ha estado sepultado por años. El Cristo interno no conoce imposibles. Él dice “Yo Soy la Resurrección" y si tú dices lo mismo, con plena convicción, la vida regresará. Pero debes asumirlo. No como un deseo vago. No como una esperanza tibia. Debes sentir que ya eres eso que parecía perdido. Sentirlo hasta que el corazón lata con esa verdad. Hasta que el cuerpo se amolde a esa imagen. Hasta que el mundo no tenga más opción que reflejar lo que tú has decretado.
La resurrección no es para los que esperan. Es para los que se levantan. Para los que, dentro del sepulcro de sus circunstancias, escuchan una Voz interna que dice “Sal fuera. Este no eres tú. Levántate y anda". Y al hacerlo, la vida comienza de nuevo. El pasado pierde su poder. El mundo ya no tiene autoridad. Porque tú has recordado Quién Eres. Has dicho “Yo Soy la Resurrección y la Vida", y la muerte, cualquier forma de muerte, ha retrocedido.
Resucitar es recordar. Es volver a Ser. Es restaurar el trono. No hay castigo en tu historia, solo experiencias vividas desde el olvido. Pero ahora sabes. Ahora sientes. Ahora puedes elegir de nuevo. Y esa elección, si es asumida con sentimiento, no solo cambia tu mundo, cambia tu ser. Desde hoy, no hables más del pasado como peso. No expliques más tus heridas. No repitas tus fracasos. Declara tu nueva Identidad. Vive desde ella. Camina como ella. Respira como ella. Y verás que el milagro no tarda. Porque donde el Yo Soy es asumido, el Verbo se hace carne. Y donde el Verbo se hace carne, la vida nunca puede ser vencida. El sepulcro está abierto. La piedra ha sido removida. ¿Y tú? Tú has comenzado a resucitar.
El Evangelio de la imaginación. Revelaciones del Cristo interno. Por Neville Goddard.
